jueves, 15 de diciembre de 2011

Introducción

Es apasionante, escribir acerca del “carácter” y la “unción” que Dios quiere impartir en sus hijos, que le creen y le buscan con hambre y ser de su presencia. A pesar, que resulta ser todo un gran desafío, exponer en pocas páginas cual es el perfil del hombre de fuego, un hombre ó mujer “conforme al corazón de Dios”. En este libro, conoceremos como el concepto de “hombre de Dios”, es elevado a su máxima expresión en la vida de nuestro Señor Jesucristo. El Maestro divino, conjuga con brillantez la sabiduría y la autoridad, con el amor y la entrega personal. Dios, es un Dios de permanente victoria. Creativo y proactivo. Estos elementos deben estar siempre presentes en los guerreros espirituales de cada generación para impactar el mundo y alcanzar las almas para la gloria de nuestro poderoso Salvador.

La Biblia narra como Jehová se apartó del rey Saúl, quitándole su favor debido a que Saúl fue desobediente y orgulloso. Dios mismo se proveyó de un joven pastor, cuyo corazón tierno y valiente agradó al Señor. Su nombre fue David, hijo de Isaí. El más grande y victorioso rey que Israel haya conocido jamás. A través de estas páginas conoceremos diferentes episodios de su vida, quien fue símbolo mesiánico y parte de la genealogía de Jesús.

Jehová habló al rey Saúl, a través del profeta Samuel, diciendo: “Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó” 1° Samuel 13:14. El Apóstol Pablo añade a este versículo, sobre lo que Dios dijo acerca de David: “... quien hará todo lo que yo quiero”. Hechos 13:22. Lo que demuestra la profunda disposición de David, de obedecer la voz divina y hacer conforme a todo lo que se le encomendara. El Señor tomó de detrás de la majada a este varón con un corazón de arcilla, que en las manos expertas del Supremo Alfarero se transformó en un brillante monarca, y pastor del pueblo escogido. A David, se le atribuyeron los títulos de “Ungido de Jehová”, y el “Dulce cantor de Israel” 2° Samuel 23:1. Ciertamente David es un gran modelo a seguir como un hombre de Fuego, que ardía con la pasión, valor y fuerza del Espíritu Santo. Su vida evidenciaba el equilibrio de carácter e ímpetu audaz, que deben estar presentes en cada creyente que desee dejar una poderosa huella en su generación, y ser un vivo agente de cambio en el mundo en el cual se desenvuelve.

La carta a los Gálatas, nos menciona el fruto del Espíritu Santo, que son los componentes del carácter de Cristo y, por consiguiente, de un verdadero hombre de Dios. “Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza...” Gá. 5:22-23. Estos valores morales y espirituales, marcan la pauta de formación integral para cada hombre y mujer, que desee ser perfecto ante los ojos de Dios.

Dios el gran “Yo Soy”, el “Eterno”, desea forjar un pueblo santo, ardiente y valiente. Un reino de sacerdotes obedientes a su perfecta voluntad, a la semejanza de Jesucristo. Los creyentes, debemos ser capaces de permear la historia de la iglesia y de nuestro país, con los principios cristianos. Es esperanzador encontrar en las Sagradas Escrituras, el perfil del hombre de Fuego. Al aplicar estos principios espirituales, al creyente actual, encontramos un gran potencial de superación y excelencia.

La iglesia del siglo 21, requiere de hombres nacidos de nuevo, libres de egoísmo, capaces de soñar, tremendamente audaces y santos. Varones rendidos por completo a la voluntad de Dios. Hombres que hayan expulsado el temor de su corazón. Que abracen la fe y la autoridad divina como una forma de vida. Un hombre de Fuego se esculpe en la lucha, en el desafío, en la búsqueda permanente de la voluntad de Dios y en la comunión íntima con la maravillosa persona del Espíritu Santo.

En mis años como educador cristiano, y hoy como pastor de una joven congregación, me pude dar cuenta de la urgente necesidad de formar hombres con carácter y pasión por Dios y las almas. Hombres de valor, que no teman ponerse a disposición de Dios y su pastor local La mies a la verdad es mucha, pero los obreros pocos; por tanto, rueguen al Señor de la mies que envíe obreros a su mies” Lc. 10:2. Hoy en día, nos encontramos en medio de una iglesia principalmente constituida por mujeres, que sea dicho de paso, están llevando el gran peso de la expansión del Reino. No es difícil encontrar congregaciones en que unos pocos líderes masculinos, dictan lo que en la práctica terminan haciendo las damas. Es mi anhelo y oración, que se levante una poderosa generación altamente proactiva y luchadora, que no se conforme con lo bueno, sino luche por lo mejor, para llevar un gran avivamiento a todas las naciones para que la tierra sea llena de la Gloria de Jehová.

La Biblia, dice que Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, diciéndoles que fueran los señores de la tierra “Y los bendijo Dios, y les dijo: Tengan frutos y multiplíquense; llenen la tierra, y domínenla. Sean los señores de los peces, de las aves y de todos los animales de la tierra. Después dijo Dios: “Miren, les entrego toda planta que da semilla, que crece sobre la tierra, así como todo árbol que da fruto y semilla. De todo esto pueden comer” Gn. 1:28-29 (traducción del autor). Es el firme propósito divino, que el hombre sea bendecido con una vida abundante y próspera. Tomando el control espiritual, mediante un sacerdocio santo y humilde. Por qué perder esta bendición tan grande, sólo por no obedecer a Dios y su Palabra. Dios nos llama a ser un pueblo sin límites, compuestos por poderoso guerreros de fe, impelidos por grandes y transformadoras visiones que pongan a millones de almas a los pies del Salvador y Rey Jesús. No temamos enfrentar los grandes desafíos de la vida, si lo hacemos de la mano de Dios, con una mente libre de límites y excusas que solo estorben nuestro caminar. La victoria está garantizada, por aquel que nos hizo más que vencedores, en la cruz del calvario. Los problemas siempre existirán, especialmente si nos atrevemos a enfrentar gigantes, pero al igual que David, estos gigantes serán derrotados en el Nombre de Jehová de los ejércitos.

En “Hombres de Fuego”, abordaremos temas espiritualmente vitales, como: La santidad, el poder de la oración y la fe. Presentando respuestas a diversos problemas prácticos del quehacer diario. Quise incluir relatos históricos de las Sagradas Escrituras, y de la vida cotidiana. Estos relatos tienen el propósito de ilustrar las verdades, y hacerlas menos abstractas. Todos los episodios narrados son verídicos, y aportan un rico material para construir vidas santas y prósperas. Si meditamos, y ponemos en práctica los principios señalados en este libro, sus vidas mejorarán, y el poder de Dios fluirá con mayor libertad.

Sé firmemente que el precioso Espíritu Santo me dirige en esta exposición, y espero que estas líneas escritas en el anonimato, sean gritadas en seminarios y congresos. En donde miles de cristianos aumenten su verdadera y ungida vocación. Existe una frase del Dr. Edwin L. Cole, que impactó mi vida: “Yo enseño a hombres, como ser hombres”. Espero que este libro colabore con tan magnífica labor.

Al escribir estas líneas, sé que estas verdades resonarán firmemente en las conciencias de los hombres, y mujeres de Dios. Anhelo fervientemente, que los hombres alcancemos el desarrollo máximo en toda área de la vida y ministerio, y lleguemos a ser el hombre de fuego que Dios busca”.

Dr. ALEX SALGADO DAROCH.

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